Las abejas son indispensables para el humano y su supervivencia.

Muchas veces no somos conscientes del importantísimo papel que juegan estos pequeños insectos en cuanto a la polinización de las plantas en la naturaleza. Aunque existen otras clases de insectos polinizadores, las abejas son las grandes polinizadoras por excelencia y se calcula que son ellas las encargadas de más del 80% de las polinizaciones por insectos del mundo.

Básicamente las abejas realizan siempre dos funciones: recolección de néctar y recolección de polen. Cuando se dedican a recolectar néctar  en muchas ocasiones también acaban polinizando (aunque en menor media) porque dejan residuos del polen que llevan pegado en sus patas. Cuando se dedican deliberadamente a recolectar polen es cuando realizan una polinización mucha más eficiente. Hay estudios científicas que estiman que casi la mitad de la alimentación humana depende de la polinización de los insectos (en su mayoría abejas).

En las últimas décadas hemos observado una masiva disminución de muchas especies de abejas lo cual es muy preocupante si pensamos las consecuencias que esto puede acarrear a largo plazo. Esta disminución de la población de abejas se debe en gran medida a la aplicación de insecticidas y demás fitosanitarios en la agricultura general. La abeja es un insecto especialmente sensible a los tratamientos plaguicidas que se aplican  en las explotaciones agrícolas.

Otro factor que ha jugado un papel decisivo en la disminución de la población de de este insecto ha sido la tendencia a plantar grandes extensiones de tierra con un solo tipo de cultivo (monocultivo). Es necesario que haya cierta diversidad de especies vegetales para que proliferen las poblaciones de abejas.

La población de abejas disminuye cada año por culpa de la mano del hombre.

Entre 1972 y 2006 se ha observado una disminución dramática de la población de abejas salvajes a tal punto que prácticamente se han extinguido en algunas zonas como EE.UU. A su vez las colonias de abejas de miel  mantenidas por apicultores también han menguado  por otras causas como el aumento de terrenos urbanizados, los pesticidas  o simplemente porque es un negocio cada vez menos rentable y los apicultores han tenido que ir dejando esta actividad progresivamente.

Entre los pesticidas a los que se les atribuye este colapso de la población de insectos polinizadores y abejas, hay dos principales sospechosos: la clotianidina y el imidacloprid. Ambos compuestos son muy utilizados fuera de EE.UU. sobre todo en las economías emergentes. En España también utilizamos productos nocivos para las abejas como la abamectina.

Los gobiernos deben concienciarse de una vez por todas con este asunto y deben poner medidas drásticas cuanto para llevar a cabo una agricultura sostenible antes de que sea demasiado tarde. Últimamente en España ya tenemos una legislación que tiene muy en cuenta la trazabilidad de los fitosanitarios que se utilizan en los cultivos.